Las rabietas y las explosiones de ira son una de las conductas que más angustia generan en los padres. Ver a un hijo gritar, llorar o perder el control puede ser desconcertante, especialmente cuando parece no haber motivo claro. Sin embargo, la ira en los niños no es un problema en sí misma: es una forma de expresar emociones que todavía no saben comunicar con palabras.
En este artículo, la psicóloga infantil en Tenerife, Mónica Rodríguez, explica las causas emocionales que se esconden detrás de las rabietas y comparte estrategias efectivas para ayudar a los padres a acompañar con calma, empatía y límites saludables.
¿Por qué los niños tienen rabietas?
Las rabietas son reacciones naturales en la infancia. Surgen cuando el niño se siente frustrado, cansado o sobreestimulado y aún no ha aprendido a regular sus emociones. En la mayoría de los casos, el llanto o los gritos son su manera de decir “no puedo con esto”.
Durante los primeros años, el cerebro infantil está en pleno desarrollo y el control emocional todavía depende del acompañamiento del adulto. Por eso, más que eliminar las rabietas, el objetivo es enseñar al niño a comprender lo que siente y a expresarlo de forma más adecuada.
Causas emocionales frecuentes de las explosiones de ira
Frustración ante límites o negativas que no comprende.
Cansancio o sobrecarga sensorial (ruido, exceso de estímulos, falta de sueño).
Celos, inseguridad o necesidad de atención.
Ansiedad acumulada por cambios en casa o en la escuela.
Experiencias de desvalorización o críticas constantes que generan impotencia.
Las rabietas repetidas o muy intensas pueden ser la expresión de un malestar emocional más profundo que merece ser atendido con cuidado.
¿Qué pueden hacer los padres en casa?
Mantener la calma. Si el adulto pierde el control, el niño percibe más tensión y la situación empeora.
Nombrar la emoción: “Veo que estás muy enfadado porque no te dejé hacer eso”. Ponerle palabras ayuda al niño a entender lo que siente.
Validar su emoción sin justificar la conducta: “Entiendo que estés enojado, pero no puedes golpear ni gritar”.
Crear rutinas que den seguridad. Los niños con horarios y reglas claras suelen tener menos reacciones impulsivas.
Después del episodio, hablar con serenidad. Reflexionar juntos sobre lo ocurrido favorece el aprendizaje emocional.
Errores comunes que empeoran la situación
Gritar o amenazar en medio del episodio.
Castigar al niño por sentir ira.
Ignorar sistemáticamente su malestar.
Reírse o burlarse de su reacción emocional.
Estas respuestas pueden reforzar el miedo, la vergüenza o la desconfianza, dificultando la autorregulación.
¿Cuándo buscar apoyo profesional?
Si las rabietas son muy frecuentes, intensas o afectan la convivencia familiar y escolar, conviene consultar con un psicólogo infantil. A veces, detrás de estas explosiones hay experiencias no resueltas, ansiedad o baja tolerancia a la frustración que requieren un acompañamiento terapéutico.
Acompañamiento psicológico en Tenerife
En su consulta en Tenerife, la psicóloga infantil Mónica Rodríguez ofrece un espacio seguro para que los niños aprendan a identificar, comprender y expresar sus emociones de manera más saludable. A través de un enfoque basado en la regulación emocional, Mónica ayuda a las familias a mejorar la convivencia, fortalecer el vínculo y fomentar la calma interior en el hogar.
Mónica Rodríguez – Psicóloga infantil en Tenerife
Especialista en gestión emocional, conducta infantil y acompañamiento familiar. Acompañamiento psicológico para niños con dificultades para manejar la ira, la frustración o los límites.

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